Relato de unos días de pesca por los ríos de España con Greg. Llegando, el calor es abrumador según las previsiones. Nos preparamos para ir a pescar desde la tarde hasta la noche. A pesar del calor, los peces son muy activos y tocamos rápidamente nuestras primeras truchas españolas al hilo...
De tamaño modesto, pero sigo impresionado por su potencia. Poco a poco el sol desaparece y la temperatura baja. Cambiamos de lugar para pescar a seca. Hay muy pocas efémeras, y pocos peces cebandose a nuestra llegada, nos esperamos la última hora antes de la noche y capturamos algunos peces interesantes. Nos motiva para los días de pesca que nos quedan. Al día siguiente, cambiamos otra vez de tramo, nuestro objetivo es encontrar peces activos durante todo el día. Ni una picada en las primeras dos horas de pesca. Decidimos entonces avanzar rio abajo para pescar un perfil de río diferente. Vale la pena porque tocamos peces rápidamente.
Para acabar con la sesión de la mañana, Greg captura una bonita trucha. Bajo el sol ardiente, es difícil pescar por la tarde. Empezamos de nuevos a las 18 h en la postura del día anterior para clavar peces a seca. Desgraciadamente, no hay actividad esta noche. El resumen de estos primeros dos días es flojo, el número de capturas es correcto pero mi tamaño promedio es relativamente bajo.
La mañana siguiente vamos a una nueva zona. El río parece estar vacío hasta que aparezca el sol. Efectivamente, los primeros rayos del sol traen los primeros peces cebándose. El primer pez del día esta captura a seca, un placer. Apenas volaron efémeras, pero los peces reaccionan bien a las ninfas. Tomo un bonito pez al hilo en un grande corriente:
¡El tamaño promedio parece haber aumentado! Esto se confirma durante el resto de la mañana, clavamos y sacamos alrededor de treinta peces de buen tamaño. La mañana es excelente, volvemos al mismo lugar esperando pescar a seca. Después de una hora de espera sin ninguna cebada, comenzamos a dudar. Una vez más, es solo antes de la noche que los peces se activan y logramos tocar una media docena de truchas a seca.
Nuevo día nuevo lugar. Esta vez esperamos pescar a vista. A nuestra llegada, vemos un lindo pez muy activo. Greg me da el privilegio de atacrlo. Me acerco discretamente y veo un pez mucho más grande que se alimenta en la superficie. Le indico a Greg que se una a mí para observarlo. Ato una ninfa ligera en mi punta y ataco al pez de abajo a arriba, a ballesta. Mi ninfa llega a su nivel, la trucha se desplaza, engancho, ¡Clavada! Sigue una fuerte pelea antes de alcanzar a poner esta joya en la red.
¡Excede los cincuenta centímetros, ahora estoy satisfecho!
Ahora le toca a Greg, volvemos al mismo lugar. Encontramos una trucha del mismo tamaño. ¡Increíble! Mismo método para Greg, a ballesta y engancha en el momento adecuado, otra fuerte pelea. Esta trucha roza los cincuenta centímetros.
¡La belleza de estos peces siempre me sorprenderá! Tocamos otros cuatro peces hermosos a vista esa mañana. Todavía no pescamos por la tarde, la ola de calor lo requiere. Antes del anochecer, volvemos al mismo lugar que el día anterior para pescar a seca, pero una vez más ni un solo pez cebándose en el horizonte.
Últimos momentos de pesca, con los resultados excepcionales del día anterior, volvemos a pescar a vista. Al llegar, dos peces grandes giran al fondo pero no parecen estar comiendo. Después de unos diez minutos desaparecen. Rápidamente se ponen peces más modestos. Ataco yo primero. La trucha se lanza sobre mi ninfa, un pez que roza los cuarenta centímetros
Greg clavará la siguiente y sacaremos un total de seis peces a vista. La actividad se hace más tranquila, no vemos más peces, anuncia el final de nuestro viaje de pesca.
Regresando hacemos la evaluación muy positiva, muchos peces en los primeros dos días y finalmente un tamaño promedio alto con dos peces muy hermosos. El regreso a la a la vida cotidiana es difícil con todas estas imágenes que giran en nuestras cabezas.
un saludo,
Quentin
